Bioética en el cine


El Séptimo Arte ha sido una de las últimas disciplinas en alcanzar esta consideración, pero dada su proximidad a otras como la literatura o la fotografía, tiene una capacidad innata de comunicación y expresividad que cuando se emplean adecuadamente lo convierten en un poderoso medio para la reflexión, e incluso para el intento de cambio social, moral…

En este apartado que desde AEBI se dedica al cine, a La Vida Humana a Través del Cine, tratamos de mostrar los distintos aspectos a los que se puede enfrentar la bioética desde la cercanía que transmite este medio, mediante delicada selección de películas debidamente analizadas y comentadas.
 

JOY

Cine desde el espectador 
Gloria Mª Tomás y Garrido 
Catedrática Honoraria de Bioética. UCAM. Murcia.


   

A través de la  película Joy  se intuye algún  aspecto del “genuino genio femenino”; su interés radica en avisar acerca de una de las dictaduras más crueles que está asolando al mundo entero, la “ideología de género”. Sobre este tema se  recogen dos esclarecedoras citas del papa Francisco. La primera corresponde a la Encíclica Amoris laetitia, en el número 56 se dice: “Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que ‘niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Ésta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativos que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo’”.

La segunda cita es anterior,  y pertenece a su encíclica Laudato si’  en la que señala la necesidad de conocer la “ecología humana” para aprender a respetar la naturaleza: “La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común, mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación. Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una verdadera ecología humana. También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente. De este modo es posible aceptar gozosamente el don específico del otro o de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse recíprocamente. Por lo tanto, no es sana una actitud que pretenda «cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma» (n. 155).

Esta “colonización ideológica”, quiere hacer creer que la elección y cambio de sexo no corresponde a la naturaleza de la persona sino a su voluntad, confundiendo, conscientemente, la Biología con la Antropología, los derechos del hombre y la naturaleza de la persona en su sentido racional y animal. Es un atentando contra la individualidad biológica y la identidad personal y a través de “trampas conceptuales”, que se explicitan como si fueran verdades evidentes, incitan a la destrucción de la mujer, del matrimonio y de la familia.

Existen muchas voces que alarman sobre ella; sirva de de muestra el movimiento La Manif pour Tous que vienen denunciando que, bajo la pretensión de la igualdad, se quiere introducir una teoría que difumina las diferencias entre los sexos. Para aquellos interesados en el  temas aconsejo releer el libro de Jesús Trillo-Figueroa, “Una revolución silenciosa” (Libroslibres. Madrid 2007) en el que se realiza una sistematización documentada de los movimientos feministas, con especial atención al feminismo del último medio siglo, cuya influencia social y política ha sido tan profunda.

Considerando estos supuestos, en este artículo se  trata de mostrar que hasta “mirando” buen cine podemos volver a redescubrir la aportación esencial y legítima de la mujer en cualquier ámbito. Viene a colación un recuerdo de San Juan Pablo II -heraldo del Evangelio, experto en humanidad-; él que le dijo a Mª Antonietta Macciocchi, que estaba escribiendo una carta de amor a las mujeres, porque creía en el “genio femenino”. Se trataba de la Mulieris dignitatem (15-8-1988). 

Considerando estos supuestos, en este artículo se  trata de mostrar que hasta “mirando” buen cine podemos volver a redescubrir la aportación esencial y legítima de la mujer en cualquier ámbito. Viene a colación un recuerdo de San Juan Pablo II -heraldo del Evangelio, experto en humanidad-; él que le dijo a Mª Antonietta Macciocchi, que estaba escribiendo una carta de amor a las mujeres, porque creía en el “genio femenino”. Se trataba de la Mulieris dignitatem (15-8-1988). 

Con ese motivo, el Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría, escribió un artículo sobre Santa María Magdalena, del cual recojo el siguiente párrafo: “ Las mujeres del Evangelio -María Magdalena, Marta y María de Betania, Juana, Susana y Salomé-, sirvieron a Jesucristo con una lealtad que no siempre demostraron los discípulos. Ellas acompañaban al Maestro por los senderos de Palestina o lo alojaron en su hogar; lloraron a su lado en el camino de la Cruz; fueron con la Madre, Santa María, hasta el patíbulo; y quisieron honrar el cuerpo de Jesús tras la sepultura.

Hoy como entonces, la mujer está convocada a contribuir a la misión de la Iglesia con su inteligencia, su sensibilidad y fortaleza, su piedad, su celo apostólico y su afán de servicio, su capacidad de iniciativa y su generosidad”.

Sirva la enseñanza de estos insignes Maestros para redescubrir el “genio femenino”, entendiendo como tal el aporte genuino de la mujer en cualquier aspecto y en cualquier lugar, es de ayer, es de hoy, es de siempre.

En este contexto nos centramos hoy en una curiosa película, Joy, un Biopic que participa del drama y de la comedia, dirigido por David O. Russell, escrita por él mismo junto a Annie Mumolo. Como ya nos tiene acostumbrados Rusell, el film es un tobogán de ritmo, con sus ventajas y sus inconvenientes. Se relata libremente parte de la vida de Joy Mangano, una mujer tenaz, inventora, que en los años noventa se convirtió en un nuevo tipo de estrella de la televisión y logró un emporio empresarial gracias a una serie de inventos domésticos, tales como la famosa fregona milagrosa, dotada de un sistema automático para escurrirla.

Jennifer Lawrence, que fue nominada al Oscar como mejor protagonista y que consiguió el Globo de Oro por su interpretación, comentó: “Esta historia trata sobre muchísimas cosas. No es sólo la historia de Joy. Trata sobre la familia, la imaginación, la fe en uno mismo, sobre la crueldad del éxito y qué implica conseguirlo. A mí me gustan especialmente todos los cambios que Joy experimenta. Me encantó poder interpretarla desde vulnerable y autocrítica hasta fuerte y distante, y me gustó que se convirtiera en una verdadera matriarca para su familia”.





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el puente de los espías

 
JOY

 

Director: David O. Rusell

Guión: David O. Russell, Annie Mumolo

Intérpretes: Jennifer Lawrence, Bradley Cooper, Robert De Niro, Elisabeth Röhm, Edgar Ramírez, Isabella Crovetti-Cramp, Diane Ladd, Virginia Madsen, Isabella Rossellini. 

País: EEUU

Fecha estreno: 2016

 

La película se desarrolla en el contexto de una familia a través cuatro generaciones en la que Joy no sólo consigue fundar una dinastía de negocios, sino que se convierte en la matriarca familiar por derecho propio. Compagina su papel de hija, de madre, también de esposa divorciada, y de empresaria. Ante un mundo, casi implacable, hay un triunfo de la familia, del amor y de lealtad. Todo ello no se le regala a la protagonista, que tiene que luchar para hacer de sus enemigos aliados, y que también constata que sus aliados se hacen enemigos.

No es una gran película; el guión y el argumento sufre altibajos, como ya hemos dicho; quizás hay demasiados subtramas -como a todos nos pasa en la vida-. Pero en una película, y al estilo americano, a veces este hecho atrae y otras cansa; sin lugar a dudas el director refleja con naturalidad una vida real, en que las complicadas situaciones exigen que haya alguien con capacidad para superar no sólo los obstáculos del presente, sino también las posibles dificultades que se adivinan. Y ahí, esta mujer, sin una ruta clara ni bien definida, luchará para no fracasar. Y esa mujer, real, de carne y hueso, manifiesta su “genio femenino”. Sabe sacar lo mejor de un ambiente nada propicio.

Vamos viendo a lo largo de la película que cuenta con pocos medios económicos -la casa donde viven todos, hasta el ex marido, está hipotecada-; no son fáciles las relaciones de unos y otros -por ejemplo, el ex marido vive en el sótano- y hay tipologías extravagantes y no pocos traumas. Se une a esta situación que Joy carece de una adecuada preparación profesional, pues abandonó pronto sus estudios para dedicarse a ayudar a su padre en la contabilidad. En fin, no se sabe cómo pueden resolverse las pegas. En ese clima, la intuición y empuje de esta mujer terminan haciéndola valedora del éxito. Toda esta atmósfera asfixiante en la que ella puede sentirse en el epicentro de una locura colectiva no le arrastra una existencia miserable; es capaz de saltarse las dificultades del presente y de superar los laberintos sin salida en los que se encuentra. Joy es creativa y autodidacta; por ello, justo cuando empezamos a temer por su salud mental, un hecho fortuito hace que tenga una idea por la que no sólo apostará el poco dinero que tiene, sino que incrementará las deudas que venía arrastrando desde hace años. No, no viene el desastre, al contrario comienza, entonces, la mejor aventura de su vida, hasta con final feliz. No es una película de moralinas. Si un posible ejemplo para superar trabas y traumas que, con demasiada frecuencia acechan a la mujer de hoy. Una vez más viene a mi memoria una idea de C.S. Lewis: “La tarea de los educadores modernos no es destrozar jungla, sino regar senderos. La defensa adecuada de los falsos sentimientos es inculcar sentimientos rectos”. Aquí tenemos un testimonio de esa textura; sin romper el sistema, y sin romperse se abren nuevos senderos, nuevos sentimientos no de queja sino de acción, de innovación, de buena perspicacia femenina, que le hicieron bien a ella, a su familia, y a la sociedad en la que vivió. Enhorabuena Joy Mangano.

 

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