Bioética en el cine


El Séptimo Arte ha sido una de las últimas disciplinas en alcanzar esta consideración, pero dada su proximidad a otras como la literatura o la fotografía, tiene una capacidad innata de comunicación y expresividad que cuando se emplean adecuadamente lo convierten en un poderoso medio para la reflexión, e incluso para el intento de cambio social, moral…

En este apartado que desde AEBI se dedica al cine, a La Vida Humana a Través del Cine, tratamos de mostrar los distintos aspectos a los que se puede enfrentar la bioética desde la cercanía que transmite este medio, mediante delicada selección de películas debidamente analizadas y comentadas.
 

El Discurso del Rey


La Vida Humana a Través del Cine
Sección dirigida por Gloria Mª Tomás y Garrido
Catedrática de Bioética. UCAM. Murcia.

   
Iintroducción: El derecho a tener derechos

Me permito en esta ocasión acudir a un texto publicado por el Dr. Herranz, y extraer del mismo retazos sabios que centran el tema anunciado: el derecho a tener defectos. Concluye el profesor con lo que yo voy a tomar de premisa: Hemos de defender con empeño el derecho humano y universal a vivir con defectos sin ser molestado o discriminado por ello; sin olvidar que, quien lo necesite pueda recibir de la Medicina la ayuda para curarlos o mitigarlos, haciéndolos tolerables para el que los sufre y para los que le rodean.

Para conseguirlo, hace falta a la vez mucha ciencia, y también bastante y verdadera compasión. Necesitamos crecer en tolerancia hacia la diversidad y hacia la minusvalía biológica. Una tolerancia que en el futuro será tan esencial para la sociedad como la tolerancia religiosa y la tolerancia ideológica. Y cuya conquista y mantenimiento serán igual de costosos. Ese es el gran reto que tenemos por delante: nuestra comprensión y tolerancia han de crecer al compás de nuestro progreso científico. No podemos ser tiranos de la normalidad.

A lo largo de su trabajo muestra como realmente es muy sutil, pero muy penetrante y difícil de descubrir, la tentación de identificar al hombre con sus problemas, de reducir toda su complejidad material y espiritual al único mecanismo perturbado que en él descubrimos, de rebajarlo todo a simples interacciones moleculares que, además, conlleva una agresión a la igualdad de derechos y una derogación del derecho humano fundamental a tener defectos. Defiende Don Gonzalo la diversidad individual pues, con ella, vienen a la familia humana muchas bendiciones, biológicas unas y personales y sociales otras, que nos hacen capaces de adaptarnos a las mil circunstancias de fuera y, sobre todo, de ser siempre y continuamente cada uno de nosotros una caja de sorpresas para uno mismo y para los demás.

Como su investigación se centra en las posibilidades de la nueva Genética, comenta cómo el milagro de la diversidad emerge, en parte, del hecho de que la meiosis asigna a cada gameto, y en consecuencia, a cada uno de nosotros, una dosis exacta de ADN cuya secuencia de nucleótidos es original e irrepetible. Lo verdaderamente grande de la diversidad no es simplemente esa diversidad molecular: lo es el hecho de que cada uno es capaz de hacer del universo y de todo lo que éste contiene una versión propia, inédita, inimitable, una interpretación que sólo él puede ejecutar en su propio, personal y diferente registro.

Por eso, es un derecho humano fundamental el derecho a tener defectos, también defectos genéticos, porque el error forma parte de nuestra esencia biológica. Todos tenemos la obligación moral de ser comprensivos y tolerantes con los errores, también con los biológicos, pues forman parte de la herencia que hemos recibido: ninguno de nosotros está libre de ellos.

Hoy, una de las palabras que está más en boga en el lenguaje público es tolerancia. Y es verdad que estamos muy necesitados de ella ya que se trata de una exigencia básica para las relaciones humanas. Necesitamos vivir en la tolerancia, entendida ésta como obligado respeto a la conciencia y a las convicciones ajenas; la necesitamos como base firme para una convivencia en libertad. La necesitamos en un mundo abundante, por desgracia, en rechazos por doquier. Ser tolerantes requiere un largo aprendizaje. Un aprendizaje que no es ajeno al reconocimiento de la verdad del hombre, de su grandeza y también de su indigencia. Y por ello, se precisa conocer y reconocer las normas morales, objetivas y vinculantes para todos, inscritas en el corazón; estas normas, que se deducen de la ley natural y se amplían con la cultura, son las que nos liberan de la trágica ofuscación de la conciencia colectiva, del escepticismo, del miedo al futuro, que nos hacen reconocer las posibilidades del otro, desde su dignidad, con sus errores y con sus aciertos, pudiéndose establecer unas redes comunicativas humanas facilitadoras de la mejor convivencia.

El mensaje es claro: Hay que seguir asombrándose ante lo "sacrum" de cada vida humana, pues juntos a los defectos de cualquier índole que a todos nos acompañan, hay algo superior que nos deja y es así, simplemente por ser lo que somos: personas. Polvo enamorado, diría Quevedo; cañas pensantes, según Pascal; un gran coloso con los pies de barro, según la Biblia.

Ver lo bueno, colaborar en remediar lo malo, suplir y ayudar. Así las cosas mejoran. Es cierto que no está en nuestras manos dar la vuelta la solución de todos los males ni el remedio de todos los fallos; eso nos excede y, además, hay cosas que dependen de otros. Ahora bien, si es posible contribuir, desde nuestra particular situación, a acompañar el desarrollo técnico y científico, con lo humano. De lo contrario, la persona deja de ser proyecto para convertirse sólo en proyectado, haciendo del hombre un producto histórico, cultural y artificial; truncando el nexo con la naturaleza, con la tradición, con sus particularidades, o incluso eliminando a aquel que nos responde a nuestro parámetros de normalidad.

En definitiva, defendemos el derecho a tener defectos, derecho a poder superarlos con la ayuda de los otros, derecho a ser tolerantes y comprensivos, incluso más, el derecho a aceptar al otro como es, el derecho a creer en el hombre, que tantas veces nos sorprende con proyectos, con hazañas, con posibilidades superiores a las esperadas…. Algo de todo esto aparece en "El discurso del Rey", tal como comentaremos a continuación; un film de corte clásico marcado por la fuerza interpretativa de los actores británicos y un guión inteligente que representa los valores de la superación y la amistad y, sobre todo, nos muestra como desde la debilidad el ser humano puede trascender sus posibilidades y asumir compromisos en apariencia imposibles.

Cfr. Herranz, G. en Tomás, G. La Bioética, un compromiso existencial y científico. Tomo III, 11-19, Murcia, 2006

Metodología

Como es habitual, se propone una película, se realiza una sinopsis sobre ella y se plantean algunas cuestiones bioéticas -en sentido amplio- con respecto a temas que aparecen en el film.

Si alguien desea añadir algún comentario o buscar nuevas explicaciones puede dirigirse al correo: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

En todo caso, lo fundamental es contar con el cine como instrumento de la bioética.
  Película a Debate: El Discurso del Rey

Título original: The king's speech.
Dirección: Tom Hooper.
País: Reino Unido.
Año: 2010.
Género: Drama histórico.
Interpretación: Colin Firth (Bertie, rey Jorge VI), Geoffrey Rush (Lionel Logue), Helena Bonham Carter (reina Isabel), Guy Pearce (rey Eduardo VIII
Guión: David Seidler.
Música: Alexandre Desplat.
Fotografía: Danny Cohen.
Montaje: Tariq Anwar.
Estreno en Reino Unido: 7 Enero 2011.
Estreno en España: 22 Diciembre 2010.

Entre otros premios ha recibido los siguientes:
  • Ganadora de 4 Oscars®, incluyendo Mejor Película
  • Ganadora de 7 Premios BAFTA, incluyendo Mejor Película
  • Premios del Gremio de Actores y del Gremio de Directores
  • Nominada a 12 Oscars®, incluyendo Mejor Película
  • Mejor Película para el Gremio de Productores
  • Ganadora del Globo de Oro al Mejor Actor Dramático
  • Premio al Mejor Guión Original en los Satellite Awards

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El largometraje recrea un episodio real de la vida de Jorge VI de Inglaterra -familiarmente Bertie-. El rey Jorge V de Inglaterra se muere y su hijo mayor, el rey Eduardo III, abdica escandalosamente, manifestando su falta de madurez y de dotes para el gobierno. Cuando le llega el momento de acceder al trono en 1937, Albert, segundo en la sucesión al trono, por su tartamudez parece incapacitado para llegar a su pueblo que, en esas circunstancias, necesita un líder. Estamos en los albores de la Segunda Guerra Mundial, Hitler amenaza a Europa, e Inglaterra se encuentra al borde de la guerra. Es urgente, por ello, que Albert supere tanto su defecto de dicción como unos miedos que le encorsetan desde la infancia. Tras infructuosos intentos para vencer estos fallos su esposa Isabel, la futura reina madre, encuentra al hombre que le puede curar, el australiano Lionel Logue, un logopeda de métodos nada convencionales. La película es un homenajea la monarquía, asentada en una base moral y religiosa, pero perfectamente armonizado con el nacimiento de la amistad y la complicidad entre el rey y su foníatra. El éxito de Hooper consiste en hacer verosímil su relato, un objetivo que no hubiera sido posible sin los actores, a los que corresponde el mérito esencial de la película.

A pesar del choque inicial entre Albert y Lionel, los dos se sumergen de lleno en una terapia que les llevará a establecer un vínculo inquebrantable de amistad. Es lo más importante de la película. Una amistad fecunda que ayudó al rey a corregir la dicción; la dicción, a su vez, devolvió la confianza al rey; y el rey dio el discurso que lideró al Imperio británico a su victoria en la Segunda Guerra Mundial. "El discurso del rey", es transmitido por radio al pueblo en 1939 para pedir unidad frente al peligro nazi, y también renace en el interior de Jorge VI la recuperación de la autoestima y la grandeza de ánimo, constreñida por el pasado y el protocolo. Jorge VI cuenta con el apoyo de Logue, con el de su familia y con el de su gobierno. Su discurso radiofónico inspirará a su pueblo y lo unirá en la batalla.

El director Tom Hooper se centra en el problema de Bertie y prescinde del contexto prebélico; fundamentalmente se interesa por la amistad del rey con un plebeyo que ni es doctor ni es inglés… pero que le enseñará a abrirse a la vida y a mirar sin miedo a la verdad, ya sea cantando o con trucos que vistan de solemnidad lo que es inseguridad. Con mucho tacto e ironía, Hooper recoge esas formas que distancian a la clase aristocrática de la "gente normal", pero también sabe ahondar en un alma que arrastra carencias afectivas y comparaciones humillantes desde que era niño. Bertie es retratado con respeto y humanidad, como víctima de una mentalidad que ha influido en su tartamudez, la cual también esconde otra realidad que debe superar para que el miedo se disuelva en la confianza de un entorno amigo.

El guionista de la película, David Seiler es tartamudo lo que facilitó mucho las cosas, de manera que Colin Firth da la sensación de transmitir magistralmente el problema, sin resultar grotesco. La película no ofrece ni vende una especia milagrosa, que habría resultado pura sensiblería e incluso una decepción para las personas que tienen ese problema y no lo han superado.

Ahora bien, si a la película le basta la anécdota de la aceptación y en parte superación del trauma, lo más importante es la manera de plasmar una entrañable amistad entre dos personas diametralmente opuestas. Y en eso tiene mucho que ver la gran interpretación de Colin Firth y de Geoffrey Rush, pues si el primero transmite toda la tensión y agitación de su apesadumbrado Bertie de manera equilibrada y sin histrionismos, el segundo da vida a un logopeda que encierra una grandeza interior que sólo su mujer y sus hijos conocen. En otro plano pero tremendamente eficaz, Helena Bonham Carter nos deja unas pinceladas de la mencionada distancia, respetuosa pero marcada, entre la realeza y el vulgo, con unas simpáticas y mordaces intervenciones al presentarse ante Lionel o, más tarde, ante su mujer. Mucha comicidad y fina ironía para unos gestos sutiles y unos diálogos inteligentes y acompañados de una perfecta ambientación. El trabajo artístico se completa con una banda sonora que conjuga temas propios a partir de unas delicadas notas de piano para unos inicios tímidos con una orquestación sinfónica que ejecuta a unos Beethoven o Mozart triunfales… y que ejemplifican la transformación interior de este acomplejado pero tenaz hombre de carácter. El resultado es un combinado de humor y conmoción, de drama y ternura, que sólo pueden nacer de un buen guión fecundado por un director con talento y sostenido por grandes intérpretes.

La película, tal como ya se ha apuntado, desborda un clasicismo narrativo impecable, nos regala una dirección artística deliciosa, y nos cuenta una hermosa historia que alaba la amistad verdadera, por encima de barreras sociales, y recuerda que la voluntad de superación es fructuosa cuando uno tiene al lado alguien que le acompaña y apoya. También hace un boceto atractivo de la vida familiar, ya sea noble o plebeya.

Cfr. Páginas web de cine:

-La Butaca
-Aceprensa
-Decine21

Temas de Debate:
  • El afan de superación
  • La amistad
  • La perseverancia
  • La aceptación del otro
Y una sugerencia:
Otras películas para profundizar en el tema:
  • The Way (2011)
  • Carácter (1997)
  • Ciudadano Bob Roberts (1992)
  • Sinfonía de la vida (1940).
Algunas de estas películas están comentadas en el libro "Cine y Sociedad" de José Pérez Adan (ed.) Eiunsa, 2ª edición, 2006.
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