Bioética en el cine


El Séptimo Arte ha sido una de las últimas disciplinas en alcanzar esta consideración, pero dada su proximidad a otras como la literatura o la fotografía, tiene una capacidad innata de comunicación y expresividad que cuando se emplean adecuadamente lo convierten en un poderoso medio para la reflexión, e incluso para el intento de cambio social, moral…

En este apartado que desde AEBI se dedica al cine, a La Vida Humana a Través del Cine, tratamos de mostrar los distintos aspectos a los que se puede enfrentar la bioética desde la cercanía que transmite este medio, mediante delicada selección de películas debidamente analizadas y comentadas.
 

Fahrenheit 451

La Vida Humana a Través del Cine
Sección dirigida por Gloria Mª Tomás y Garrido
Catedrática de Bioética. UCAM. Murcia.



Introducción
La Bioética se está convirtiendo en un campo prioritario y crucial en la lucha cultural entre el absolutismo de la técnica -que crece imparablemente con su rostro , que es y seguirá siendo ambiguo- y la responsabilidad humana -por naturaleza, abierta a la tarea moral-. A algunos nos preocupa que la lícita capacidad efectiva de producir y tener bienes pueda oscurecer el noble intento de hacer el bien. Esos algunos, también deseamos que la investigación científica, el avance tecnológico y el temple moral crezcan a la par.

En esta línea, la Bioética, desde el más firme compromiso intelectual existencial y científico, no puede quedarse -aunque sea positivo y necesario- , en el debate elitista de unos pocos. Por ello, en esta sección se procura trasladar al hombre de la calle, al gran público, las extracciones científicas, los principios básicos concluyentes e inmutables de la vida.

Hoy nos centramos en la importancia decisiva que tiene saber acertar y discernir acerca de las cuestiones que en el terreno de la Bioética oferta la opinión pública. No es tarea baladí reconocer que el mensaje de los medios prende fácilmente, sin grandes barreras de selección racional y que incluso una opinión errónea o manipulada puede convertirse en referencia aceptable para muchos. Y no sólo en el ámbito intelectual, sino que la prepotencia mimética del entramado social cala en los hábitos de comportamiento e incide tanto descarada como capilarmente en la formación/deformación de la conciencia.

Sin embargo, no hay que centrarse exclusivamente en una orientación peyorativa; es más real que cualquier bien producido por el hombre es objeto de mejora e innovación. Los instrumentos que se utilizan se pueden perfeccionar y multiplicar hasta el infinito. Y, además, por ser bienes, son patrimonio común de la humanidad y manifestación de progreso. "Mientras trabajaba con las ideas de los grandes pensadores del pasado, empecé a descubrir como ser filósofo en el presente. Bebiendo de sus reflexiones, empecé a tener mis propias ideas, y eso me preparó para un importante e inesperado cambio", dirá Tom Morris en su "Si Aristóteles dirigiera la General Motors"

Permítanme, por ello, recomendar en esta ocasión una película algo añeja, en la que estos supuestos son una palpable realidad. Me refiero a la obra de François Truffaut. Fahrenheit 451 (equivalente a 233 °C, la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde). No sé si recuerdan el argumento, que en la sinopsis explicaremos más detalladamente. Presenta la situación de una ciudad en la que los bomberos, "por la evolución social y cultural", ya no se dedican a apagar fuegos, sino a provocarlos; consiguen incendios con precisión técnica y con rapidez, pues lo que tienen que lograr es quemar libros, todos los que encuentren, que son muchos, gracias también a la existencia de delatores y de una organizada estructura de los altos dignatarios. En medio de esta curiosa paradoja, el final es feliz; los libros serán destruidos, mas no la cultura; hay un resto de personas que deciden y consiguen aprenderse, cada uno, su libro; se hacen cultura viviente.

En inolvidable una escena en la que los hombres-libro van recitando entre los árboles del bosque la obra que cada uno ha memorizado para transmitirla a los otros; un modo costoso y noble de crear espacios de libertad intelectual frente a la agobiante opresión de la televisión mural y el no pensamiento que presenta la proyección. De alguna forma, la situación actual guarda demasiado parecido -incluso es peor- con aquella pesadilla totalitaria. El peligro de la manipulación es una cruel realidad cuando se usa indiscriminadamente la formación, de modo que puede menoscabar el bien integral de las personas. Y realmente, la sociedad acusa una fragilidad y fatiga moral que se manifiesta en un desprecio a lo más grande, la vida humana, y todo lo que este hecho esencial conlleva.

De ahí que el fuerte impacto de las nuevas tecnologías exige, con más firmeza, el deber de buscar la verdad y de poner los medios para formarse juicios morales verdaderos, rectos, certeros. La revolución tecnológica, las innovaciones deslumbrantes de nuestra época han convertido la información en un patrimonio universal, pero no olvidemos la enseñanza del poeta T.S. Eliot: ¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en información?".

Aconsejo, por ello, volver a ver la película y plantearse, cada uno ¿cuáles son las fuentes de mi pensamiento, de mis deseos, de mis actuaciones en temas que están en la calle y con los que me juego mucho? Podríamos medir interiormente hasta que punto mis opiniones son manipuladas; hasta qué punto mi libertad es frágil, arbitraria, vacía y… un largo elenco de cuestiones vitales. Se trata de agudizar y acertar en la propia formación personal.

Después, hay que salir del examen individual -cada uno según su estilo- a la sociedad. Reconozcamos que frente a la propia libertad, existe la función de seguridad que oferta el Estado; pero igual de importante es reconocer la función de seguridad personal frente al Estado, Ante esta segunda opción, el ciudadano tiene el reto de no huir de la realidad, de no desertar cínicamente de la verdad, de no hacerse cómplice de lo antinatural, de lo contradictorio.

El visionado de Fahrenheit 451 tiene fuerza y mensaje para proporcionar la suficiente apertura interior, la necesaria paz, para escuchar la voz de la conciencia y para aprender a convivir con los desafíos que nos advienen. Es un no ceder a la crisis moral de la cultura de nuestro tiempo, es estar abiertos a la verdad que libera, es dar espacio a la creatividad; en el caso de nuestra película algunos murieron la causa; otros se transformaron en la obra maestra de Cervantes, de Garcilaso, de Quevedo.


Metodología
Como es habitual, se propone una película, se realiza una sinopsis sobre ella y se plantean algunas cuestiones bioéticas con respecto a temas que aparecen en el film. Si alguien desea añadir algún comentario o buscar nuevas explicaciones puede dirigirse al correo: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
En todo caso, lo fundamental es contar con el cine como instrumento de la bioética.
 


Película a Debate: Fahrenheit 451


Ficha Técnica
Dirección: François Truffaut
Producción: Lewis M. Allen
Guión: François Truffaut Jean-Louis Richard
Música: Bernard Herrmann
Fotografía: Nicolas Roeg
Reparto: Oskar Werner=Gug Montag Julie Christie=Mildred Cyril Cusack Anton Diffring, Jeremy Spenser, Bee Duffell, Alex Scott, Michael Balfour.
País(es): Reino Unido
Año: 1966
Género: Ciencia ficción
Duración: 85 minutos


Sinopsis(4)

Fahrenheit 451 (1966) dirigida por François Truffaut, estrenada en 1966 y basada en la novela homónima Fahrenheit 451 (1953) de Ray Bradbury. es un escalofriante film de ciencia ficción, futurista, es una de las utopías negativas (distopías) más famosas del cine. Se critica el carácter cada vez más alienante pero aparentemente feliz de nuestras sociedades. La manipulación es total pero muy pocos son conscientes de ello. La historia se centra en la figura del bombero Montag cuya extraña misión no es la de apagar fuegos sino la de quemar libros. El objetivo del gobierno es impedir que los ciudadanos tengan acceso a los libros, pues vela por que los ciudadanos sean felices, que no cuestionen sus acciones y rindan en sus labores. Montag (interpretado por Oskar Werner) debe quemar todo tipo de libros, pues su posesión se considera un delito. Junto con su esposa Linda vive en un mundo controlado, donde la gente ha cambiado la individualidad y la creatividad por la seguridad. Pero gracias a una mujer, Clarisse, (Julie Christie está perfecta en su doble papel de Linda Montag y de Clarisse). Montag descubre el placer de la lectura; esto implica no solo que ir contra las leyes que antes no ponía en tela de juicio, sino que comienza a darse cuenta de la realidad que lo rodea, de la infelicidad en la que está inmerso. Montag, a partir de aquí, comienza a volverse en contra de lo que antes creía, desafiando a la ley en diversas ocasiones, y admirando la forma de vivir de Clarisse y su familia. Actualmente los rudimentarios efectos especiales han quedado muy desfasados. Lo que emociona del film es, sin embargo, su elevado canto al espíritu y la libertad. De algún modo, esta película que pronostica con pesimismo apocalíptico lo que los elevados índices de audiencia televisivos vienen indicando de un tiempo para acá: como el analfabetismo siga en aumento, los libros tienen los días contados. Y a su vez, tal como hemos enunciado, abre un nuevo horizonte: también en la civilización de la imagen, la salvación está en la cultura.


Temas de Debate
  • Valores dominantes y emergentes en nuestra cultura: el valor de la vida humana.
  • Vida y cultura.
  • Verdad y opinión.
  • La función de los medios ante la persona.

…y una sugerencia

Otras películas para profundizar en el tema:
  • Quiz show.
  • El precio de la verdad.
  • La cena de los idiotas.
  • Comer, beber y amar.



Estas películas, además, se encuentran comentadas en el capítulo 10 del libro "La vida humana a través del cine" de Mª Consuelo y Gloria Mª Tomás y Garrido (EIUNSA; 3ª edición, 2009).

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