Cine desde el espectador
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He recordado el libro de la Nobel Rita Levi Montacini titulado “Elogio a la imperfección”, que está lleno de vicisitudes y de esperanza. Todos nos equivocamos, todos cometemos errores y con ellos, todos aprendemos. La polémica está servida sobre la película “Napoleón” y me ha llevado a escribir este breve y sintético trabajo. Recojo y relaciono comentarios de buenos críticos. Cito especialmente a José María Aresté que nunca defrauda; a Arturo Pérez Reverte que da en el clavo; a mi amigo Juan Orellana y también a Amparo Aygües que ha sabido armonizar cine, historia y bioética. El objetivo que me propongo va en el título: De las imperfecciones y con ellas podemos forjarnos a mejor. En este caso, reconocer la valía de director y volverlo a ensalzar, reconocer lo malo y también lo bueno de esta película y aprovechar también para darnos un baño histórico, -cada uno, al margen de la película- porque la historia sigue siendo la maestra de la vida. Y por último, y no es nada despreciable, profundizar en el biopoder, tema bioético de sumas importancia. Con todo, deseo que el lector, el espectador, el estudioso, pueda también afirmar que existe el elogio a la imperfección: porque ha buscado una buena película de Scott para quitarse el mal sabor de esta, porque ha profundizado en un campo histórico, o simplemente porque decide descubrir as Napoleón tanto en la historia como en el cine.
EL DIRECTOR Wikipedia resume muy bien su estilo. Recordémoslo. Ridley Scott es un director de cine, productor y guionista británico. Su filmografía va desde su despegue comercial con la película de terror y ciencia ficción Alien (1979), hasta otros trabajos como el filme distópico neo-noir Blade Runner (1982), la road movie Thelma y Louise (1991), el péplum y drama histórico ganador del Óscar a la mejor película Gladiator (2000) y el film de ciencia ficción The Martian (2015). Es conocido por su estilo visual altamente concentrado y atmosférico. Sus películas varían ampliamente en ambientación y época, frecuentemente exhiben imágenes memorables de entornos urbanos, ya sea en el Antiguo Egipto (Exodus: Gods and Kings), el siglo II en Roma (Gladiador), del Jerusalén del siglo XII (Kingdom of Heaven), la Inglaterra medieval Robin Hood), el contemporáneo Mogadiscio (Black Hawk Down), los paisajes futuros de Blade Runner o los planetas distantes en Alien, Prometheus, The Martian y Alien: Covenant. Varias de sus películas también son conocidas por sus fuertes personajes femeninos. Es un ambicioso intento de retratar la vida del icónico líder francés, Napoleón Bonaparte. La película destaca por su impresionante trabajo en efectos visuales y una calidad de sonido que sumerge al espectador en la grandiosidad y caos de las batallas napoleónicas. Lo más destacado de la película reside, sin lugar a dudas, en su asombroso diseño de producción y en los efectos visuales que recrean con realismo las batallas y los paisajes de la época. Sumerge al público en la Europa del siglo XIX y capturando la majestuosidad de los eventos históricos. Las secuencias de batalla son visualmente impactantes. El diseño de sonido logra recrear con precisión los estruendos de la guerra y los diálogos. Es un festín visual y auditivo, pero en palabras del cineasta español Víctor Erice, no garantiza que la cámara pueda atrapar del todo al espectador; fracasa a la hora de atrapar por dentro. Y es una pena que caiga en escenas grotescas innecesarias como la relación con Josefina. Los momentos brillantes no superan la frialdad e indiferencia de lo que cuenta. Resulta una obra llena de claroscuros y desniveles, mucho menos provocadora y audaz de lo que prometía, pero con varios pasajes (en especial escenas de masas como el enfrentamiento bélico sobre hielo en Austerlitz) y aspectos (locaciones, decorados, reconstrucciones de época y elementos visuales) tan deslumbrantes que justifican con creces su visión en pantalla gigante.
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Título original: Napoleón Año: 2023 País: Estados Unidos. Dirección: Ridley Scott Intérpretes: Joaquin Phoenix, Vanessa Kirby, Ludivine Sagnier, Ben Miles, Tahar Rahim, Ian McNeice, Catherine Walker, Youssef Kerkour, Paul Rhys, Matthew Needham, John Hollingworth Guión: David Scarpa Música: Martin Phipps Fotografía: Dariusz Wolski Producción: Ridley Scott, Joaquin Phoenix
LA HISTORIA El golpe de estado del 18 Brumario de 1799, que significó el fin de la Revolución Francesa, puso el poder en manos de Bonaparte, el más prestigioso de los generales franceses, sobre todo después de sus brillantes campañas en Italia y en Egipto. Desde 1799, Napoleón no sólo fomentó la difusión de las ideas revolucionarias, sino que, además, se lanzó a la conquista de Europa. En 1804 se autoproclamó emperador de Francia con el nombre de Napoleón I. Pérez Reverte señala que “para quien sepa poco sobre el personaje puede resultar interesante. A quien lo conozca, la asombrosa ausencia de rigor histórico, político y militar puede parecerle, como a mí, un disparate… indigno del hombre que dirigió “Los duelistas[1](…) [1] Primera película del director, premiada en Cannes, 1977 Para otros críticos resulta llamativa la elipsis del director sobre la Guerra de independencia española (1808-1814), o la reinstauración de la esclavitud en algunas colonias. Es de justicia apuntar que los africanos esclavizados contribuyeron con su sufrimiento y explotación a convertir Francia en una de las naciones más ricas del continente europeo. Tampoco hay alusión alguna al saqueo de obras de arte en países conquistados como a los hitos que le valieron al emperador francés el reconocimiento de constructor de la Francia moderna. El historiador francés, Jean Tulard, uno de los más reputados especialistas sobre la época napoleónica, declaraba recientemente que en calidad de profesor de Historia en la Sorbona desaconsejaría ver este filme, pero, como cinéfilo, sí que lo recomendaría. Parece ser que la película estaba prevista para durar dos horas más, y que lo recortes realizados, han dado lugar a estas incoherencias.
DESDE LA BIOÉTICA Independientemente de estas controversias la película Napoleón tiene un interés bioético de calado, tal como la ha trabajado Aygües; las casi dos décadas en las que el emperador francés extendió su imperio por Europa son la clave de bóveda de secuelas imperialistas que socavan nuestras democracias occidentales. Remiten a lógicas de control sobre la vida y la naturaleza humana estrechamente relacionadas con el concepto de biopoder desarrollado por el filósofo francés Michel Foucault. Los neologismos biopolítica/biopoder aluden a mecanismos implementados desde los gobiernos con la intención de gobernar la vida individual y colectiva, así como los territorios. Se trata de prácticas y estrategias que inoculan determinadas lógicas de poder en las vidas cotidianas, creando una ilusión de libertad que no es real. La pregunta tan necesaria como pertinente es hasta dónde debe extenderse un gobierno para garantizar el buen funcionamiento de la sociedad y, al mismo tiempo, ser respetuoso con la libertad de las personas para llevar adelante sus proyectos vitales. Frente a relaciones de respeto mutuo entre las naciones y una defensa y salvaguarda de la persona, el biopoder se caracteriza por imposibilitar un despliegue de lo humano y por la ausencia de normas morales en sociedades alienadoras, elitistas y disfuncionales que cuestionan sistemáticamente la dignidad de cada persona. Todo lo anterior no resulta baladí si tenemos en cuenta que, actualmente, el biopoder se juega en numerosos ámbitos como la eutanasia, el aborto, las leyes sobre la familia o la educación de los niños y jóvenes, y, además, se decide que hay partes del mundo que pueden soportar sufrimientos que, en otras zonas, se consideran intolerables. Si somos capaces de alzar el vuelo y que los efectos especiales no nos despisten de lo auténticamente importante, la película Napoleón merece la pena.
Gloria Mª Tomás Granada, 3 de diciembre |