Cine desde el espectador
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SINOPSIS OFICIAL Un individuo viaja en dirección al cine de un pueblo cercano. Allí espera encontrar una cinta de película. Sin embargo, en dicho lugar se cruza con una vagabunda que está desesperada por conseguir el carrete de celuloide del film, y que logra robarlo. Curiosamente, este enigmático objeto, que ambos anhelan por motivos muy distintos, se convertirá en la raíz de una inesperada amistad.
ENTRETELONES Zhang Yimou es el más ilustre representante de la Quinta Generación de Directores del país asiático, la más crítica con el estado y más defensora del individuo. Siempre ha vivido en China y ha logrado estrenar sus películas usando los grandes festivales como plataformas de lanzamiento. El gobierno le encargó la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008. Junto a eso ha sufrido un proceso judicial por tener varios hijos, por tanto más de lo permitido. La película que hoy comentamos iba a competir en el Festival de Berlín, en febrero de 2019. No pudo ser porque fue retirada por las autoridades chinas alegando “problemas técnicos”, y obligaron al Yimou a recortar algunos aspectos, a realizar algunos cambios y, en definitiva, al rodaje de nuevas secuencias. Por fin la película fue proyectada en el 2021 en el Festival de San Sebastián, cuando su autor ha tenido tiempo de filmar otros tres títulos. Este director se ha caracterizado siempre por ser políticamente correcto y no meterse en charcos con la censura de su país, pero alguna vez tenía que suceder. En el film se siguen descubriendo criticas no siempre veladas a la Revolución Cultural y al comunismo de Mao; particularmente las condiciones inhumanas con las que se trataba a los reos, la exigencia a la realización de duros trabajos de los hijos -si los padres eran considerados traidores- y las dificultades económicas que padecía la población.
YIMOU Y SU CINE Visionamos una emotiva carta de amor al cine de antes, al de las proyecciones en 35 mm. Recuerda por ello “Cinema Paradiso”, pues, en ambas, el cine es la ilusión colectiva de un pueblo sencillo y pobre. Se respira durante muchas escena de “Un segundo” una nostalgia agridulce que configura un puzle entrañable: la ilusión del pueblo por ver una película, aunque sea la misma (en este caso se trata del film de propaganda de 1964 "Hijos e hijas heroicos"); el protagonismo del proyeccionista, que se siente indispensable y valioso en su actuación -hasta es conocido en el poblado como “Don Películas”-; el valor del esfuerzo y la maña de muchos ante los lógicos desperfectos de la cinta por imprevistos y por falta de medios. En fin, que el director nos transmite la época ingenua y novedosa de los grandes maestros del celuloide. Es el tipo de nostalgia que tan espléndidamente logró Yimou en una de sus obras maestras (tiene casi demasiadas) “El camino a casa”, que constituye un auténtico poema visual. De su cine se ha escrito que es esencial, del grande, del genuino, del imperecedero, de ese que justifica la expresión Séptimo Arte.
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UN SEGUNDO Año: 2020 Dirección: Zhang Yimou Intérpretes: Zhang Yi, Fan Wei, Chang Haijun, Li Xiaochuan, Li Yang, Liu Haocun, Liu Yunlong Guión: Zhang Yimou, Zou Jingzhi Música: Loudboy Fotografía: Zhao Xiaoding
En relación con el argumento, el director sigue su estilo clásico, compagina magistralmente drama y tragedia; costumbrismo y política; historias personales y ambientes sociales. Se observan algunos “gags” similares a los de Chaplin en “El Chico”, como las persecuciones a la joven y espabilada vagabunda, o el problema del motorista novato que no puede -o no sabe- frenar. Hay una narración fluida, llena de humanidad que rezuma ternura en personajes tan diversos como los tres protagonistas: el preso, la jovencita y Don Películas. Yimou nos da lecciones de los entresijos del corazón humano, de su nobleza, de su capacidad para descubrir al otro y ayudarle. Sirvan de ejemplo la audacia para conseguir una lámpara artesana o el robo sutil, tras un tijeretazo, de un trocito de película. Y también, simbólicamente, esta película nos adentra a través de los planos del desierto en lo que significa la soledad humana. Yimou puede desesperar a algunos espectadores porque a veces eterniza algunos encuadres, pero no hay nadie, al menos así me lo parece, que no se conmueva de la riqueza que hay en un desalmado que ama a su hija, en una pilla que protege a su hermano, en un grandullón que teme por su vida. Todos ellos son víctimas de un destino incierto e inquietante, se necesitan más de lo que pueda parecer a primera vista y comparten un nexo común, que se encuentra dentro de la cabina, en la atestada sala, en la enorme sábana palpitante, en la limpieza de la cinta que transporta fotografía y sonido. Además “Un segundo” sigue los códigos tipo western. De una parte similar a las ‘’buddy films’’ (películas de amigos), de esos que comienzan llevándose mal, luego pasa lo contrario. Y de otra parte porque los lugares de acción son tanto el desierto como la ciudad perdida, algo típico de las películas del oeste. Aunque, sutilmente, tal como hemos comentado, el desierto y el viento sobre las dunas son un reflejo del alma de los protagonistas. La fotografía impecable y la música suave acompañan a esta historia quizás algo deshilvanada, pero sobre todo encantadora, entretenida y esperanzada.
Gloria Mª Tomás Granada, mayo de 2022 |