Cine desde el espectador
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Este año, 2020, el Oscar al mejor documental ha sido para AMERICAN FACTORY. Durante 110 minutos asistimos a la narración de la creación y puesta en marcha en la ciudad de Dayton (Ohio) de una nueva empresa promovida por un chino multimillonario, la Fuyao Glass América, especializada en cristales para automóviles. Comienza el año 2014. Ese local había sido hasta el año 2008 la sede de una antigua fábrica de General Motors, que fue cerrada por problemas económicos. Los directores y guionistas del documental, realizado en Estados Unidos, son Steven Bognar, Julia Reichert. Sorprende en su comienzo con esta oración: “Esto es muy serio, mucho más serio de lo que pueden imaginar. Recemos”. Es el lamento de un anónimo obrero, contratado en Fuyao, que no ha corrido la suerte de los 10.000 trabajadores, sus compañeros, que quedaron en la calle unos años antes. Esta contratado pero… Al igual que a este obrero, la Fuyao vuelve a contratar a muchos de esos trabajadores americanos pertenecientes al negocio anterior, que trabajarán al unísono con un número grande de chinos llegados para la Fuyao. El relato, en la primera parte, es optimista, una especie de ¡Bienvenido Míster Marshall! Tanto para los chinos como para los americanos. Con un ritmo preciso y un clima adecuado se reflejan los modos de ser y de comportarse en el trabajo y en la relación entre unos y otros tanto los americanos -occidentales- y los chinos -orientales- y se nos abre una amplia visión, podríamos decir como ya señalan otros críticos, muy fascinante, al ver, constatar y tratar de comprender las grandes diferencias culturales de unos y otros. En algún momento oímos una frase clave: los americanos trabajamos para vivir, los chinos viven para trabajar. American Factory aporta este contraste de civilizaciones. Da la impresión que los trabajadores orientales no exigen medidas de seguridad específicas, aceptan horarios casi extenuantes, sueldos no generosos, incluso no justos, la prohibición recurrente de formar sindicatos. Contraste real a las aspiraciones americanos que si que ven como sus condiciones han ido a menos y que quizás no hay un futuro prometedor de mejora salarial sino una pendiente resbaladiza. Unos y otros van contando como pasaron de la felicidad por un nuevo empleo a exigir mejoras en la seguridad y en el contrato; parece que estás teniendo conversaciones personales con personas reales, que te introducen en este mundo empresarial multicultural. Así es, hay que felicitar el trabajo de los guionistas y directores del documental J. Reichert y S. Bognar que nos acercan a una cámara real en la que hay voz para jefes y subalternos, para negros, amarillos y blancos… para tanto que nunca se plantearon salir en pantalla. Una meta lograda tal como se había propuesto S. Bognar, según dijo para Netflix: “Queremos dar voz a esas personas que nunca aparecen en pantalla. Trabajadores, sus historias, sus luchas. Deberían estar en pantalla porque son igual de importantes que los superhéroes”. El documental continúa con subidas y bajadas en los temas económicos, dejando un final abierto en el que cada espectador puede preguntarse en relación con la empresa y con la sociedad ¿Interesan los chinos? ¿O lo americanos? ¿O quizás la eficiencia de las máquinas? ¿El éxito es minimizar costos? ¿O quizás invertir en innovación? |
Como documental triunfó en su paso por Sundance y el matrimonio Obama entró como productores del documental tras la compra de derechos de Netflix. Michelle Obama comentó: “Esas escenas que nos presentan a los trabajadores, en su uniforme, entrando a trabajar es mi historia, mi pasado. Ese era mi padre. Lo que le enorgullecía y le daba un sentido a todo era ese uniforme y esa habilidad de mandar a sus hijos a la universidad”. Ciertamente fue muy discutido en China, muy en la línea de lo que ocurre con la globalización y, de hecho, Netflix no está disponible allí y no hay forma legítima de verlo. Sin prejuicios, y también sin un especial esfuerzo, a través del documental se descubre el papel positivo de dos pueblos dispares que pueden quizás no entenderse pero si enriquecerse mutuamente y ayudarse. Hay escenas conmovedoras de amistades creadas entre unos y otros. Hasta aquí el documental; el cual ha parecido una buena condición para reflexionar acerca de la situación de pandemia en la que más o menos todos estamos enclaustrados de una parte y muy comunicados de otra. Deseo que la posibilidad de ver este documental, o simplemente el recordarlo nos ayude personalmente en estos graves momentos en los que múltiples y complejos problemas nos acechan no sólo con la imaginación y la incertidumbre. Recojo una enseñanza del profundo Papa emérito Benedicto XVI en la alerta a no amputar a la razón, en no reducir la verdad a lo que aparece, y volver a redescubrir la relación y la diferencia entre realidad, verdad y conocimiento ¿cómo? ¿En qué sentido? Fuyao sigue funcionando. En efecto, máquinas han sustituido a personas, y también hay más trabajadores americanos que chinos…la vida sigue, la empresa funciona, los hombres trabajan; y de ti y de mi, depende mucho según como empleemos la razón para hacer la realidad más real, más verdadera; para colaborar, digamos a pesar de los pesares, a construir un mundo mucho más habitable. Viene a mi recuerdo la película de Woody Allen LA ROSA PÚRPURA DEL CAIRO. Una película muy premiada. La trama se desarrolla Estados Unidos, durante la Gran Depresión. La protagonista es Cecilia, una camarera cuya única distracción es el cine, a través del cual se evade de la dura realidad que le rodea. Una noche, el protagonista de su película favorita -LA ROSA PÚRPURA DEL CAIRO-, se fija en ella y atraviesa la pantalla para conocerla, y continúa la trama entre la verdad y la ilusión. No nos dejemos atrapar por pantallas falsas. Si a la distracción. Si a la evasión, pero un sí más importante, más exigente. Más interesante a la realidad, a la verdad, a la vida. Granada, 7 de abril 2020
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