Cine desde el espectador Gloria Mª Tomás y Garrido Catedrática Honoraria de Bioética. UCAM. Murcia. |
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SINOPSIS OFICIAL En la Alemania de los años 20 los hermanos Dassler, Adolf y Rudolf, tienen aspiraciones empresariales de gran magnitud. Desean crear zapatillas deportivas modernas y resistentes. Adolf es el artesano creador del modelo, mientras que Rudolf es un experto negociante para publicitar su producción. Tras la II Guerra Mundial ambos tienen un negocio próspero, pero pronto surgirán serias desavenencias entre los dos hermanos, pues cada cual reclama la autoría de la empresa. La consecuencia es que ambos se irán por su lado y competirán por el mercado.
FILMANDO UNA REALIDAD Nuevamente una historia real es llevada a la pantalla. La película está muy bien montada con un guión coherente, donde se juega con acierto el desarrollo de distintos frentes en el planteamiento de un negocio puntero, tanto por su novedad como por su posible influencia mundial: se trata de la realización y promoción de zapatillas deportivas. A lo largo del film se refleja el modo de ser tan distintos y, posiblemente complementario, de los protagonistas -los hermanos Adolf y Rudolf-; asimismo es destacable la incidencia en el negocio y en la relación fraterna de las esposas de ambos, que luego repercutirá en sus hijos y, por último las circunstancias políticas del momento. Pienso que los hermanos Dassler eran un par de audaces, valientes y resentidos. Mi trabajo entremezcla el film y una parte de la historia de estos hermanos para acercar al espectador y al lector a la reflexión. Comienzan el negocio en 1920, en su pueblecito en el sur de Alemania, Herzogenaurach. Su fábrica se llamaba “Gerbüder Dassler Schuhfabrik”. Su producto, en principio sin marca, siempre tuvo calidad. Y ahí colaboraban ambos hermanos. Adolf era el pequeño, un hombre introvertido, diestro, sereno, con una enorme habilidad manual y muy buen deportista. Rudolf, también con afición hacia el deporte, era en parte un ‘don Juan’, pero una persona lista, competitiva, previsora. Con mucha dedicación y no menos esfuerzo van logrando un próspero negocio. Ambos terminan casándose y en principio, nada hace prever rupturas entre ambas familias y su negocio. Sin embargo, al ir aumentando el negocio, fue aumentando la diferencia entre el modo de proceder de los hermanos -con sus rivalidades-, y particularmente con malentendidos entre las cuñadas, que, además sobre todo respecto a la mujer de Adolf estaba muy implicada en el trabajo. Con la llegada de Hitler al poder, en el año 1933, dado que los nazis eran buenos deportistas (se veía el deporte como un método ideal para la perfección de la raza aria) pensaron en una nueva oportunidad de expansión de sus zapatillas. Esta posibilidad culmina con la celebración de los juegos Olímpicos de Berlín en agosto de 1936, en el que participaron 49 países y casi cuatro mil deportistas. El deportista más destacado fue el atleta afroamericano Jesse Owens, que llegó a ganar en estos juegos cuatro medallas de oro en las pruebas de longitud y en la carrera de relevos, batiendo dos records mundiales y otro olímpico (quizás también hubiera ganado con otras zapatillas), pero el hecho es que Addi Dassler le visitó en la villa Olímpica berlinesa y le convenció de utilizar las de su empresa. Unas zapatillas, ortopédicas, hechas a manos con los clavos en las suelas. Lógicamente el estallido de la guerra rompe los planes de estas empresas, además ambos hermanos son reclutados; pasan más cosas, como el bombardeo de la fábrica, que se convirtió en la sede de un taller de repuestos de tanques y lanzamisiles. En plena contienda, Adolf, muy pronto, es dejado en libertad para que junto con un grupo reducido de obreros fabricara botas para el gobierno nazi. Rudolf pasa a un campo de internamiento americano en donde le tortura el pensamiento de que ha sido acusado por su hermano con el fin de apoderarse de la empresa. Tanto en la historia real como en la película se desarrolla un triste y repetitivo proceso de acusaciones e interrogatorios acerca de la posible colaboración con la Gestapo, etc. El asunto es que entre los hermanos se cristaliza una absoluta separación familiar y también empresarial. Rudolf será el autor de una marca competitiva, PUMA. (1948). Y Adolf de ADIDAS (1949).
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Título original: Duell der Brüder: Die Geschichte von Adidas und Puma
PUMA contra ADIDAS. Rudolf contra Adolf… separación que suponía, por ejemplo, que si un obrero trabajaba en una de las fábricas, su hijo, no podía trabajar en la otra. En el pueblo, no sólo terminaron separadas las dos fábricas, sino que hasta había dos clubs de futbol. Cada uno con sus zapatillas. Sigue un fuerte y constante desarrollo de ambas marcas en los principales eventos deportivo; así, en el Mundial de Suiza en el 54 el éxito es de ADIDAS, en el Mundial de 1970, Pelé utilizó PUMA -porque Rudolf rompió el pacto que habían hecho ambos hermanos de no pujar por el futbolista. Rudolf ideó que Pelé llevara los cordones sueltos para pedirle al árbitro que retrasase el inicio de un partido, mientras todas las cámaras apuntaban a la zapatilla que ataba- en el 74 se utilizarán los dos tipos de zapatillas. Se cuenta que la prensa bautizó al pueblo como “la ciudad de los cuellos doblados” ya que sus habitantes bajaban la cabeza antes de iniciar una conversación para saber si la marca del calzado de su interlocutor coincidía o no con la suya. Rudolf murió el año 1974, y Aldof en 1978. Sin reconciliarse. Ambos enterrados en el mismo cementerio, cada uno en un extremo. Sus zapatillas siguen estando en primera línea. Las familias de ambos ya no poseen todo el control de las compañías; y parece ser que el año 2009 empleados de ambas compañía decidieron jugar juntos un partido de futbol.
UNA HISTORIA ¿SERÁ TOTALMENTE CIERTA? Y ALGUNAS ENSEÑANZAS PARA EL AHORA Puede no ser prudente afirmar taxativamente que todo ocurrió conforme recogen diversas leyendas de la cultura popular del pueblo y la película que comentamos. Pero lo cierto es que nos encontramos ante un ejemplo de competencia profesional muy necesario: han creado una espléndida empresa que cada vez mejora, que llega a más, pero que, desgraciadamente se envenena en parte la dignidad de estas familias, quizás por el culto desmesurado al dinero, a la productividad y a la fama. A nuestros dos hermanos se les ha “olvidado” que el trabajo no es sólo una mercancía, sino antes que nada, una dimensión humana. Recuerdo al escritor Vintila Horia que pone en boca de un soldado romano la siguiente expresión: “Augusto nos ha dado un Imperio, pero nos ha robado el alma”. El alma que es en este caso supone vivir y trabajar fortaleciendo los lazos familiares. La familia es siempre, a mi entender, la mejor empresa, la mejor compañía. |