Cine desde el espectador Gloria Mª Tomás y Garrido Catedrática Honoraria de Bioética. UCAM. Murcia. |
||
RECORDANDO UNA HISTORIA VERÍDICA Los rotativos de todo el mundo informaron en el ya lejano 1973, desde julio a septiembre, del secuestro y condiciones de su posible liberación de John Paul Getty III, un chico de 16 años, bohemio, expulsado de muchas escuelas privadas, que se ganaba la vida vendiendo quincallas por Piazza Navona y, además, con adicción a la cocaína; la noche del 10 de julio no volvió a casa, situada en una zona lujosa de Roma, el barrio del Parioli, en donde vivía con su madre y hermanos; disponían de pocos medios pues su padre John Paul Getty II, los había abandonado. Tres días después del suceso la madre recibió una llamada en la que una voz masculina con acento del sur le decía: “Tu hijo está con nosotros. Prepara 17 millones de dólares si quieres recuperarlo”. La mujer solo alcanzó a decir que ella no tenía esa ingente cantidad. Entonces la voz le sugirió que la buscara en la fortuna familiar: “Esa ingente cantidad podrías lograrla de su abuelo”. Se trataba del magnate del petróleo John Paul Getty I, considerado entonces el hombre más rico del planeta. El viejo Getty, perteneciente a una familia acomodada, se había hecho a sí mismo, pues a los 24 años su padre lo desheredó; opinaba que los hijos de los ricos no deberían recibir dinero si tienen edad para valerse por sí mismos. Ese era su estilo. Hecho que puso en práctica al no acceder a pagar ese rescate, aún tratándose de su nieto favorito. “No pagaré un solo centavo. Tengo otros 13 nietos; si pago, tarde o temprano secuestrarán a todos”. Los secuestradores, implicados en la mafia calabresa, enviaron posteriormente a la redacción del periódico romano Il Messaggero una oreja amputada del secuestrado y un mensaje bajando el rescate a 3 millones. Decidió entonces el patriarca Getty pagar, pero con una condición: entregaría solo 2,2 millones -el máximo deducible de impuestos según sus abogados-, y el resto se lo prestaría a su hijo al módico interés del 4%. Paul fue liberado el 15 de diciembre. Lo encontraron vagando en una carretera del sur. Su madre le pidió que llamara a su abuelo para agradecerle el pago del rescate, pero el viejo gruñón rechazó hablar con su nieto. La historia terminó mal; el nieto, nunca superó su trauma y, aunque se esforzó en rehacer su vida, como reconocieron sus hijos, recayó en la droga; el año 1981, tras una sobredosis de Valium y metadona quedó ciego y paralizado. Murió en el 2011. Sobre este asunto ha corrido mucha tinta y diversos libros; basándose en el de John Pearson, el director Ridley Scott nos ofrece una magnífica película.
LA PELÍCULA El guión y la puesta en escena presentan los hechos que hemos narrado con una claridad impresionante; lleva al espectador a implicarse en un tema -por la gente de cierta edad ya conocido-, tanto por la magistral actuación de algunos de los intérpretes (particularmente Christopher Plummer y Michelle Williams) como por el fondo humano del film. Se mantiene en una tensa reflexión acerca de valores y contravalores de gran calado: los lazos de sangre, la avaricia, la soledad, la persistencia en el amor -a través de la actuación de la madre-, la capacidad humana para sobrevivir en medio de dolores físicos y morales, por señalar los más significativos. El crítico Pablo de Santiago afirma que: “…revolotea continuamente en ‘Todo el dinero del mundo’ una clara referencia cinematográfica que lo impregna todo, ‘Ciudadano Kane`. John Paul Getty III (1892-1976) vendría a ser una suerte de Charles Foster Kane del mundo del petróleo, un hombre ambicioso que, al parecer, fue capaz de acumular más dinero que nadie en la historia. Recuerda al famoso magnate de la prensa también en su insaciable afán por poseer objetos de arte -‘los únicos que siempre dicen la verdad’-, mientras se va convirtiendo en un hombre solo, sin familia, sin amor. Los efectistas contrapicados que recogen al viejo tambaleándose en su mansión de Guildford, mientras grita desesperadamente al vacío, pidiendo ayuda muestran con acendrado patetismo al hombre fracasado que lo tiene todo y siente que no tiene absolutamente nada. El film es así una parábola en toda regla sobre el dinero y la codicia”. |
Director: Ridley Scott
Los flash-backs del inicio centran ágilmente el tema, así el secuestro filmado en blanco y negro, o el episodio de 1948, cuando Getty empezó a amasar su fortuna con los pozos petrolíferos en Arabia Saudí. Conmueve e interesa la actuación de Gail, la persistente y tenaz madre de Paul, intensísima madre coraje, para quien sus hijos son lo más importante. Sobrecoge como ella comprueba que la vida de Getty puede depender de un tiempo que se acaba ante los secuestradores que se muestran cada vez más determinados, inestables y violentos. Esta sensación de impotencia y de amor para superar obstáculos adquiere más intensidad cuando el magnate Getty envía a su enigmático hombre de seguridad, Fletcher Chace a velar por los intereses de su nieto; él y Gail se alían en una carrera contrarreloj que revelará el valor del amor frente al dinero. Es un thriller tenso, con escenas muy potentes, con un montaje vibrante e “in crescendo” en donde circula los distintos armónicos de la codicia y también del amor, quizás por esa capacidad tan humana de los recovecos íntimos del alma. El ritmo y estilo periodísticos, nos ponen ante choques de concepciones vitales y tensiones dramáticas constantes. Ridley Scott parece decirnos que, para llegar a ser considerado el hombre más rico del mundo, hay que tener talento, un espíritu de trabajo inagotable, mucha suerte, pocos escrúpulos y, sobre todo, ser capaz de renunciar a muchas cosas, como la familia, el amor, la amistad o la solidaridad. Se nos ofrece un auténtico estudio ensayo sobre un capitalismo perverso, sus orígenes, sus motivaciones y sus consecuencias. Un dato importante es que en la realización de la película director Ridley Scott decidió rehacer en sólo nueve días una parte ya filmada para sustituir a Kevin Spacey, que interpretaba a John Paul Getty I (había salido a la luz pública sus escándalos sexuales) por el veterano Christopher Plummer, el cual una de las mejores interpretaciones de su carrera. Él mismo explica que ”En los tiempos en los que sucede todo lo que cuenta este filme yo vivía en Europa. Así que, al igual que muchísimas personas, me acuerdo de aquello. Me gusta comparar esta historia con Timón de Atenas y El rey Lear, dos tragedias escritas por William Shakespeare. Creo que Getty tenía un lado humano que no era tan conocido. A él le gustaban las cosas bellas porque nunca cambiaban ni le decepcionaban. He intentado darle la mayor calidez posible a mi personaje. Cuando encarnas a un villano, si te vas a los extremos, pierdes al público por el camino”. El abuelo, el nieto, las madre y nuera, incluso alguno de los mafiosos secuestradores nos ofrece no sólo una magnífica actuación cinematográfica, sino una conmovedora realidad sobre la persona, su servidumbre y también su grandeza. |