La Vida Humana a Través del Cine Sección dirigida por Gloria Mª Tomás y Garrido Catedrática de Bioética. UCAM. Murcia. |
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Antes de comenzar la crítica sobre esta ya famosa película, recordemos algunos rasgos del personaje, el científico contemporáneo Stephen Hawking. Señalaré tres aspectos: una opinión generalizada acerca de los grandes genios; el libro que ha servido de pauta a la película y, someramente, las teorías de Hawking. En primer lugar, tal como ha escrito Gorka Zubizarreta, hay grandes historias de vida protagonizadas por personajes que son conocidos en todo el mundo. Y hay grandes historias protagonizadas por personajes aparentemente secundarios que rara vez llegan a conocerse. Es el caso de Jane Hawking, la mujer que compartió su vida desde 1965 hasta 1991 con uno de los científicos más prestigiosos del siglo XX. Recientemente -entramos en el segundo aspecto- Jane presentó en España sus memorias Hacia el infinito. Mi vida con Stephen Hawking (Lumen), en las que relata sus años de matrimonio y cómo afrontaron la enfermedad degenerativa que fue minando físicamente al astrofísico La autora muestra su amor platónico por el científico, su entrega fiel y absolutamente abnegada, el nacimiento de sus tres hijos, los numerosos premios otorgados a su marido, y también, las dificultades que principalmente por el agravamiento de la enfermedad, fueron aumentando con el tiempo. Según Jane los genios suelen estar obsesionados con su materia de estudio, y por ello llegó una situación en la que en su matrimonio se encontraban cuatro 'socios': yo, Stephen, la enfermedad y la diosa de la Física”. Describe como al ir ella misma agotándose, fue necesaria la asistencia de una ayuda extraordinaria; y la dolorosa situación creada por la enfermera que comenzó a cuidar a su marido y terminó casándose con él, divorciándose más tarde. Afirma también que la relación actual con Hawking es buena y civilizada. Jane comentó de la película en relación a su contenido argumental que reflejaba muy bien muchos aspectos positivos, que incluso le llevaron a exclamar la primera vez que la vio: “¡Qué cosa más extraordinaria, estoy ahí en la pantalla!”. Echa de menos que tenga algunas carencias importantes, como por ejemplo, la ayuda y disponibilidad que prestaron sus padres al matrimonio, siempre atentos. También que ella tenía amigas, no era una persona aislada, como aparece en el film. Por último, deseo mencionar una somera -pero justa- valoración de la obra de Hawking. Es conocido, siguiendo las directrices marcadas por grandes científicos, su valor extraordinario como cosmólogo junto con su falta de rigor cuando trata de fundamentar filosóficamente hallazgos físicos. El gran y preocupante error es que confunde el plano de la ciencia física y de la matemática, con el plano filosófico. La filosofía tiene para su comprensión un método apropiado, riguroso, lógico y racional. Hawking, en su afán de mostrar, mejor, de demostrar, que es un ateo declarado que quiere dejar muy poco espacio para la admisión de la existencia de Dios, hace en sus libros afirmaciones filosóficas contradictorias, atribuyendo capacidad creativa a las leyes físicas; buena parte de la comunidad científica, en relación a su argumentación filosófica, muestran las contradicciones implícitas que defiende en sus planteamientos, señalando que cuando cree que explica la propia existencia del universo, en realidad lo que está demostrando es su evolución. Cuando Hawking propone un modelo del universo sin fronteras, en el que no hay comienzo ni fin, está ofreciendo algo que sólo existe en términos matemáticos, no en el tiempo real en el que estamos confinados los seres humanos. Pasemos ya a hablar de La teoría del todo (título adecuado a las teorías del científico), una buena película, que fue nominada a cuatros Oscar: mejor actor principal, mejor actriz principal, guión adaptado y música original. Obtuvo sólo el primero, pero no desmereció de los demás. Su director es James Marsh, autor de interesantes documentales como Man on Wire o Proyecto Nim; su experiencia facilita la agilidad del relato, en el que nos invita a conocer mejor a una de las figuras más relevantes de la historia moderna, un icono inamovible que no habría llegado a dónde está sin su extraordinaria personalidad y fuerza de voluntad y el apoyo incondicionado y total de una mujer verdaderamente increíble. Un biopic repleto de humanidad. |
Hawking, que había nacido en 1942, aparece en la película siendo un joven universitario (1963) al que prontamente se le diagnostica la enfermedad de la motoneurona, que causa atrofia progresiva del movimiento voluntario de los músculos. Aunque le dieron sólo dos años de vida, Hawking no solo sobrevivió, sino que es capaz de llevar una vida académica relevante. Se describe en el film desde el comienzo de su doctorado en la Universidad de Cambridge en 1963 hasta la separación de su primera mujer., que coincide cuando es distinguido con la Orden del Imperio Británico por sus contribuciones a la ciencia, lo que supone el título de Sir, por el que fue recibido por Isabel II, aunque posteriormente renunció al mencionado honor. El film tiene la fuerza de la propia historia, conmovedora, al tratar con enorme delicadeza el profundo amor entre marido y mujer; tejido de sus alegrías y dificultades. Tiene algunas secuencias muy logradas, especialmente al inicio de la relación, como el momento en que ella le hace ver que su amor vencerá los obstáculos. Muy bonito, además, como el film termina con palabras del mismo Hawking, señalando que el gran triunfo de su vida fueran sus tres hijos. Está bien dirigida, ambientada e interpretada, su guión evita la hagiografía, matiza a los personajes, muestra con ternura la compleja vida conyugal y familiar de los Hawking, y trata con ponderación el debate entre ateísmo y religión que mantiene el científico consigo mismo y con su esposa, sin caer en un enfoque aleccionador o partidista. Es muy agradable ver en el film el equilibrio con el que se plantean estas cuestiones, de tal forma que la primera que le discute a él su postura atea es su mujer, creyente evangélica. De hecho, el título de la película, como ya hemos señalado, alude a su teoría de encontrar la fórmula que permita unificar los planteamientos de la mecánica newtoniana, la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad. Formalmente es primorosa, con un tratamiento de la fotografía excelente y un acompañamiento musical suave, adecuado. Pero sin lugar a dudas el gran premio se lo lleva el capítulo interpretativo. Sobresale por encima de todo el trabajo de Eddie Redmayne, pues su metamorfosis en el personaje es absoluta, identificándose en sus minusvalías, en su buena sorna -tiene un fino sentido del humor- en su mirada entre ingenua, también tierna y desde luego desafiante. Puede recordar a otro oscarizado personaje real, el Christy Brown de Mi pie izquierdo, interpretado por Daniel Day-Lewis. En nuestro caso, además, el dramatismo de las tristes situaciones que se van presentando, queda elegantemente difuminado y no se cae nunca en una sensiblería resbaladiza. Podríamos afirmar que se trata de una película de narrativa clásica y convencional, en la que destaca una bella historia de amor, de esfuerzo, de superación. Es un canto a la vida y un ejemplo de incansable de la lucha de Jane por sacar partido a la indudable inteligencia de su marido, y de él por hacer rendir sus talentos. Queda así una película más profunda y abierta de lo esperado que, necesariamente, golpean la intimidad del espectador.
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