El cineasta mexicano Alfonso Cuarón ha estado siete años sin dirigir cine para atender a su hijo pequeño, que padece autismo. Ahora, ha regresado a lo grande con Gravity, una obra maestra de la ciencia ficción y los efectos 3D, en la que nos invita a una espectacular experiencia cinematográfica más allá de los límites de nuestro planeta. Se ha dicho que el 3D nació para películas como ésta. A través de la angustiosa odisea de los dos astronautas protagonistas se articula una preciosa parábola sobre la fragilidad y la fortaleza humanas, el instinto de supervivencia, la capacidad de superación ante las adversidades y el sentido del sacrificio, abierta además a la trascendencia a través de sutiles detalles de ambientación -una estampa de San Cristóbal, una pequeña estatua de Buda...- y de una conmovedora declaración de la agnóstica y brillante ingeniera Stone ante su posible muerte inminente.
Sandra Bullock interpreta a la doctora Ryan Stone, especializada en Medicina, y que realiza su primera misión en un transbordador. Su trabajo consiste en instalar un nuevo sistema de escaneado al telescopio Hubble. Le acompaña el veterano astronauta Matt Kowalsky (George Clooney) al mando de su último vuelo antes de retirarse. Pero en un paseo espacial, aparentemente de rutina, se desencadena un auténtico desastre, ya que por efecto de la basura generada por un satélite soviético obsoleto el transbordador queda destruido, dejando a Stone y Kowalsky completamente solos, incomunicados y girando en la oscuridad espacial. No ocurre todo en un instante, ni es previsible como va a evolucionar la catástrofe –que realmente llega a los límites de lo imprevisto. Por ello, el miedo se convierte en pánico cuando cada bocanada va terminando con el poco oxígeno que les queda. Van trabajando todas sus experiencias y posibilidades técnicas; llega un momento en que ven que el único modo de volver a casa es intentar llegar a la Estación Espacial Internacional (ISS) con los limitados propulsores de sus mochilas. La intensidad dramática va siempre en aumento, y lo que a veces la suaviza, son los inteligentes golpes de humor de ambos protagonistas y, además, el marco de la película, de una excitante y espléndida belleza fotográfica. Más de un espectador puede sentirse él también perdido como los protagonistas, en esos inmensos espacios galácticos. Gravity apunta hacia el horror de la soledad total y hacia el desconcertante dolor de la certeza de una muerte que merodea en cada segundo. Pero ahí, en el film, es donde se palpa el afán universal de los hombres en su lucha personal por superar circunstancias adversas, bien sean físicas o anímicas y, muy particularmente, la tendencia a sobrevivir. Como ya hemos apuntado, el espectador se siente atrapado por los mismos obstáculos que encuentran los protagonistas sobre todo, la Doctora Stone. Se captan y se pueden compartir sus variaciones en el estado de ánimo. Como dicen los buenos críticos, con Gravity, Cuarón viaja al firmamento para traernos una de esas estrellas que el cine nos ofrece de vez en cuando, y para decir al mundo de los humanos que hay que agarrarse a la vida, en la Tierra y en las Galaxias... porque la gravedad puede hacer que las cosas pesen y que cueste mantenerse en pie, pero también que es una oportunidad para superarse y elevar la mirada por encima de las dificultades.
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Película 2D y 3D: Gravity. Dirección: Alfonso Cuarón. País: USA y Reino. Año: 2013. Duración: 90 min. Género: Ciencia-ficción. Interpretación: Sandra Bullock (Dra. Ryan Stone), George Clooney (Matt Kowalsky). Guion: Alfonso Cuarón y Jonás Cuarón. Producción: Alfonso Cuarón y David Heyman. Música: Steven Price. Fotografía: Emmanuel Lubezki. Montaje: Mark Sanger y Alfonso Cuarón. Diseño de producción: Andy Nicholson. Vestuario: Jany Temime. Distribuidora: Warner Bros. Pictures International España. Estreno en USA: 4 Octubre 2013. Estreno en España: 4 Octubre 2013. Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años.
Si épica e increíble es la odisea de la doctora Stone en su lucha con los elementos adversos tan inesperados con los que se encuentra, más admirable es aún la que tiene que tiene que librar en su interior. Hay momentos en que desea sucumbir, pero es también capaz de seguir esforzándose para volver a engancharse a la vida, para acudir al cielo y rezar -aún diciendo explícitamente que nadie le enseñó a hacerlo-, para entender que no perdió a su hija para siempre (una niña de cuatro años, la única que tuvo) sino que está allí esperándola... y que ahora quiere que su madre viva. Por todo ello, aunque la capacidad para administrar el oxígeno que tiene en cada momento se convierte en una tarea tan difícil como la de esquivar la chatarra espacial o agarrarse a lo que encuentre a mano para no dejarse arrastrar, lo que se vislumbra y el buen espectador debe captar es que esa entre la persona y el espacio cobra fuerza metafórica en la que triunfa el valor ontológico y ético de la persona, precisamente a través de una historia profundamente humana entre los desafíos de la técnica.
Al final, la doctora habrá aprendido a valorar positivamente la gravedad y la adversidad -magnífico plano en la playa, esforzándose por ponerse en pie-, y también a mirar de frente a un pasado que la empuja a vivir el presente. Rica en sus planteamientos antropológicos sin perder por ello la sencillez narrativa, casi perfecta en su factura técnica y magistral en el uso de las 3D.La última palabra que oímos en una banda sonora imponente es gracias. Resumen perfecto de una vida.
Recibió muchísimos premios; entre ellos, 7 Oscars: director, fotografía, montaje, banda sonora, edición de sonido, mezcla de sonidos y efectos visuales. TEMAS PARA EL DEBATE Crecimiento de la tecnología/ Crecimiento de la persona
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