Bioética en el cine


El Séptimo Arte ha sido una de las últimas disciplinas en alcanzar esta consideración, pero dada su proximidad a otras como la literatura o la fotografía, tiene una capacidad innata de comunicación y expresividad que cuando se emplean adecuadamente lo convierten en un poderoso medio para la reflexión, e incluso para el intento de cambio social, moral…

En este apartado que desde AEBI se dedica al cine, a La Vida Humana a Través del Cine, tratamos de mostrar los distintos aspectos a los que se puede enfrentar la bioética desde la cercanía que transmite este medio, mediante delicada selección de películas debidamente analizadas y comentadas.
 

¡Que suene la música!

Cine desde el espectador 
Gloria Mª Tomás y Garrido 
Catedrática Honoraria de Bioética. UCAM. Murcia.


   

Recientemente he visionado la película que vamos a comentar que, a su vez, me ha recordado a otra similar de hace ya algunos años. Las dos se basan en hechos reales. En ambas, a través de la música, lo que hubiera sido una tragedia, pasa a ser una inyección transcendente de alegría. Ya lo afirmaba el buen Cervantes por boca de Don Quijote “Donde hay música, no puede haber cosa mala”.

Comencemos por la más antigua.-CAMINO AL PARAISO (1997, Australia y EEUU. Director: Bruce Beresford. Interpretes principales: Glenn Close y Frances McDorman)

Durante la Segunda Guerra Mundial, un grupo de mujeres de distintas nacionalidades, y por ello hablando lenguas diferentes, son evacuadas de sus hogares junto a sus hijos con la finalidad de llegar a Estados Unidos en un barco  preparado para ellos, considerando que probablemente sea el único lugar donde en esos momentos se consideran a salvo. Pero durante el viaje sufren un terrible percance al ser bombardeado el barco por la aviación japonesa. Tras el naufragio, las supervivientes llegan a las costas de Sumatra. Allí no tardarán en ser hechas prisioneras por los japoneses, que las conducirán hacia un campo de concentración perdido en medio de la selva. Quedan cautivas y sufriendo las peores vejaciones. Juntas deberán aprender a superar adversidades  sin límites  no sólo para sobrevivir sino también para abandonar ese lugar maldito. Uno de los medios con los que juegan es la creación de un coro: sale redondo. De una manera sobria, intensamente  conmovedora y nada tremendista lograrán su objetivo.

Nos detendremos a continuación de modo más amplio en la película actual.

 La película parte de un hecho auténtico, el nacimiento de coros formados por mujeres de militares en las bases británicas; el efecto de su repicado ha alcanzado a más de dos mil miembros en distintas partes del mundo, como se comprueba en los planos finales del film. La historia de este grupo de mujeres comienza alrededor del año 2010, cuando sus maridos se alistaron a una misión en Afganistán. Tienen que llenar  su corazón y su tiempo de ese vacío tan cargado de pesadumbre; una de las iniciativas fue crear un coro. Unas sabían cantar, la mayoría no; tampoco dominaban ni la música ni su dirección, pero su empeño logró resultados inusitados que siguen en pie.

Esta historia, antes que la película fue visionada por la BBC en formato de serie. La serie se tituló “The Choir”, que llegó a obtener un gran éxito de audiencia.  Tal es así que  publicaron un álbum con las canciones que habían interpretado. Algunas de ellas llegaron a ocupar el número uno en las listas de éxitos en Reino Unido. En la actualidad sigue creciendo el número de sus componentes.

Nos llega ahora el largometraje,  un canto a la vida a través del canto; estas  mujeres se aferraron a la música para combatir su propia guerra. La música y las risas enriquecen sus vidas, ayudándose mutuamente a superar sus temores por los seres queridos -sus esposos- que están en el campo de combate.

El crítico de cine Aresté, comenta que “esta amable comedia, con su punto dramático, tiene la categoría de mostrar a “las mujeres de”, algo para lo que, en tiempos de feminismo desaforado, hace falta valor. Cuando no debería ser para tanto, pues “mujer de” -o “marido de”, tanto da-, puede ser algo estupendo, nada hay de peyorativo en el viejo dicho de que ´detrás de toda gran hombre, hay una gran mujer´, sino más bien al revés”. Ciertamente la guerra afecta a los soldados, y muy particularmente a la familia que dejan. En el tiempo de ausencia, se aloja en el corazón de la persona que ama un sufrimiento nuevo ante la posibilidad no tan lejana de recibir noticia de heridas y de muertes. Una carta, una llamada a la puerta, un comunicado oficial es una alerta dura y posible.

 


Puñales por la espalda

QUE SUENE LA MÚSICA (2019, Gran Bretaña. Director: Peter Cattaneo. Intérpretes principales: Kristin Scott ThomasSharon HorganJason Flemyng)

 

La película nos describe, entre otras mujeres  a Lisa, la creadora de iniciativas domésticas lúdicas o solidarias; tiene  claro cuál es su objetivo. Lógicamente la ausencia del marido, no es solo la carencia afectiva, es también el apoyo tanto físico como moral, para llevar adelante la vida familiar. Y, esa creatividad tan encantadora, acuden muchas, prácticamente todas, pero destaca en su capacidad de liderazgo Kate, otra esposa que el año anterior perdió a su hijo en la guerra. En el jardín de su casa sigue, a modo de símbolo, el estropeado coche del hijo, nunca más utilizado. Kate, desde entonces, acumula en los armarios de su casa, las cosas más inútiles imaginadas, fruto de compras compulsivas. Kate está tensa y fría, mientras que Lisa es relajada y poco convencional. Las dos chocan aunque prevalecen  unidas en lo fundamental; incluso se crean a veces  incómodos ambiente, que, desde el punto de vista del espectador son simpáticos. Todas las mujeres que van apareciendo tienen por esta situación militar un lado oscuro en su vida: la que se acaba de casar y su casa aún no está instalada; la propia Lisa y las dificultades con su hija adolescente bastante adicta al alcohol, etc. En este ambiente, Kate, propone la creación de un coro. La idea no es acogida con entusiasmo; ni tienen el ánimo para cantar e incluso quien sabe si podrán hacerlo personas tan variadas de edad y de preparación musical para llegar a algo melódico. Pero Kate se empeña. Se empeña y lo consigue. Ensayos, enfados, rectificaciones y mucho cariño lo hacen realidad. Se describe bien la amistad creciente entre las mujeres, gracias al coro. Es genial, la dulzura con la que se atiende a la primera, que es la más joven, cuando le comunican el fallecimiento de su marido. Y bastante divertido y jocoso, el choque de caracteres entre Lisa y Kate que llegan a decirse lo indecible, verdades como puños, saetas hirientes. Sus maridos luchan en Afganistán, ellas en su corazón. El modo como se ayudan en lo grande y en lo pequeño crea entre ellas unos lazos de unidad impresionantes. La música y su alegría suaviza y enaltece sus propias vidas, y disminuirán esos temores tan reales que les acechan. A partir de este coro, entre ellas se ayudarán en momentos difíciles, se unirán más de lo que podrían esperar en un principio y la música y la risa llenará los vacíos temporales en sus vidas.

Quizás es una película convencional, con una puesta en escena sencilla y conmovedora. Cattaneo aprovecha su notable chispa musical para ensamblarla con encanto y sentimiento a los giros e intrigas del guión, envueltas en un suave sentido militar, solidario y feminista. No engaña y ofrece lo que promete. Pero la contienda sigue estando ahí fuera, sabe cómo tocar a su público como un instrumento: animar aquí, reír allí, llorar ahora, etc. Sabemos a dónde vamos, no solo porque la historia se basa en hechos, sino porque esencialmente hemos visto todo esto antes y hay un placer simple pero innegable de seguir a las esposas en su camino hacia el éxito. Hasta aquí el comentario de estas películas.

Destacaría que ambos films nos enseñan el valor y la ayuda de la música. Tarde o temprano todos nos encontramos en la vida con el sufrimiento inevitable. Es el lado oscuro y doloroso de la vida que revela nuestra fragilidad y nuestra radical limitación y, aunque no pueda en ocasiones suprimirse, si se puede atenuar y aliviar. Uno de esos papeles lo cumple la música, compañera fiel de la persona en campos diversos, para la diversión, para la paz, para la soledad. La buena música tiene una estructura profunda en el espacio y en el tiempo, y sus compases nos llegan con sonidos y silencios, la música que sale del hondón del alma es la que conmueve; completa lo que las palabras no aciertan a expresar y es de esta manera como una, sacudida hacia la libertad de verdad, la que llega a la intimidad y crea fraternidad. La sinfonía coral de estos hechos reales que relatamos en estas películas nos augura que la vida da más vida. La música nos saca de los callejones sin salida, del laberinto de ausencia de valores. He recordado una anécdota del guitarrista español Andrés Segovia (1893-1987) que, en su humildad comentaba “Hay en casi todo el mundo discípulos míos, a los que yo no he dado el talento, porque eso no se da, sino el entusiasmo”. Y será Pau Donés (1966-2020) del que añoramos su fina ironía desde “La Flaca” y “Depende” y muchas más que aportará como la música nos ayuda a percibir el latido constante y luminoso de la propia conciencia. En estas películas se aprende a no encerrarse en la mala soledad, no vale la pena funcionar en el “yo” y “los otros” con las personas cercanas, sino que se puede y vale la pena conjugar el “nosotros”; en esta ocasión el “nosotras” gracias  a la música.

Granada, 15/02/21

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