Bioética en el cine


El Séptimo Arte ha sido una de las últimas disciplinas en alcanzar esta consideración, pero dada su proximidad a otras como la literatura o la fotografía, tiene una capacidad innata de comunicación y expresividad que cuando se emplean adecuadamente lo convierten en un poderoso medio para la reflexión, e incluso para el intento de cambio social, moral…

En este apartado que desde AEBI se dedica al cine, a La Vida Humana a Través del Cine, tratamos de mostrar los distintos aspectos a los que se puede enfrentar la bioética desde la cercanía que transmite este medio, mediante delicada selección de películas debidamente analizadas y comentadas.
 

Fuerza mayor


La Vida Humana a Través del Cine
Sección dirigida por Gloria Mª Tomás y Garrido
Catedrática de Bioética. UCAM. Murcia.



   

 

El director Fuerza mayor es Ruben Östlund, situado por algunos críticos entre Yorgos Lanthinos (Atenas, 1973. Interesante su idea: "No intento demasiado controlar las cosas, se controlan a través de las decisiones que tomamos") y el galardonado Michael Haneke (Múnich, 1942. Se caracteriza por deconstruir las estructuras narrativas tradicionales para lograr un distanciamiento brechtiano).

La trama de esta película transcurre durante una semana en la que un matrimonio danés y sus dos hijos, todavía pequeños, pasan cinco días de vacaciones en una lujosa estación de esquí de Los Alpes franceses, que goza de una nieve perfecta y un tiempo soleado. El marido trabaja mucho, de modo que su mujer le anima a que aproveche esa ocasión para descansar, esquiar juntos y tratar más a los niños. El primer día luce un sol espléndido y las pistas de nieve, que a lo largo del film llenaran la pantalla, aparecen esplendorosas. Ese primer día, una inesperada avalancha de nieve se cierne sobre ellos; cuando ha pasado ese dramático momento se observa que no ha habido daños, pues se ha detenido delante del restaurante, pero eso no impide que todos los que la contemplan desde la terraza del restaurante se asusten. Nuestros protagonistas se encuentran en esa terraza contemplando la llegada del alud. Ebba, la esposa joven, se dirige angustiada a Tomás, su marido con el afán de recibir su apoyo, muy particularmente para proteger a sus hijos pequeños -Harry y Vera- pero éste, que estaba grabando el fenómeno, instintivamente, huye solo de ese posible peligro para salvar su vida.
"Según las estadísticas, es más probable de lo que imaginamos que un hombre abandone a su familia en una situación crítica. También parece ser que, en situaciones de vida o muerte, cuando la supervivencia de cada uno está en juego, los hombres tienen tendencia a huir y a salvarse en vez de proteger a las mujeres, lo que posteriormente es una de las principales causas de divorcio. Las investigaciones posteriores a naufragios demuestran que hay más supervivientes masculinos que femeninos", explica Östlund, que investigó sobre el tema antes de lanzarse al ruedo con esta película.

A partir de la huída de Tomas, todos deberán enfrentarse a lo vivido: Ebba, sus hijos, y también amigos y compañeros que se encuentran en la estación alpina. En el reencuentro entre los esposos Tomás no acepta lo que ha hecho, y busca mil excusas para desviar el asunto. Ebba insiste en la necesidad de tener la misma percepción de un suceso, la objetiva; pero no se consigue; hay un resquebrajamiento en su relación, que afecta a los hijos, y que cambia el panorama optimista y alegre que se esperaba de esos días.

Toda la película es un ir reconstruyendo lo inesperado y que parece perdido. Ese es el argumento, que magníficamente se desarrolla con un ritmo muy interesante en el que se entreveran delicadezas, miradas, y también cierta mordacidad. Es una película importante por la forma en la que explica la relación matrimonial de una pareja en apariencia perfecta y como ante una situación negativa, Östlund realiza un acertado análisis de las sombras que habitan en la sociedad.

Cuenta con unos primeros planos, que se agrandan con la banda sonora -acordes de Vivaldi-. Acertadamente en vez de las cuerdas originarias, se oye el acordeón; parece que nos avisa de que la tradición ha sido perturbada. Lástima que haya alguna breves escena eróticas innecesarias, pero tan habituales en el cine escandinavo. En cualquier caso, se impone la poderosa planificación de Östlund -igual de intensa en los bellísimos planos generales que en los sangrantes primeros planos-, las conmovedoras interpretaciones de todo el reparto -tanto adulto como infantil- y la honestidad con que el director y guionista, que constata la inmadurez afectiva, la falta de referentes morales y la incapacidad de autocontrol de tantos hombres y mujeres, a menudo más graves que las que padecen sus propios hijos.

Östlund logra durante toda la cinta que nos impliquemos irónica y tiernamente en las cuestiones que se plantea esta pareja, y en la que podemos interrogarnos qué haríamos nosotros en ese caso. En la situación que contemplamos a Tomas le respalda el natural instinto de supervivencia y a Ebba el de protección maternal, mientras que a los niños solo les interesa que sus padres no se divorcien. Se capta desde las formas huecas y ciertos tapujos por parte del esposo -queriendo negar una y otra vez lo evidente-, hasta la sutileza femenina de Ebba y su dolor emocional por aclarar y mostrar a su marido lo que ha hecho y, a su vez, manifiesta su amor por él y por su familia.
 

 
fuerza mayor

 


Título original: Turist. 
Dirección y guion:Ruben Östlund. 
Países: Suecia, Francia y Noruega. 
Año: 2014.
Duración: 120 min. 
Género: Drama. 
Interpretación: Johannes Kuhnke (Tomas), Lisa Loven Kongsli (Ebba), Vincent Wettergren (Harry), Clara Wettergren (Vera), Kristofer Hivju (Mats), Brady Corbet (Brady). 
Producción: Philippe Bober, Erik Hemmendorff y Marie Kjellson. 
Música: Ola Flottum. 
Fotografía: Fredrik Wenzel.
Distribuidora: Golem. 
Estreno en España: 27 Febrero 2015. 
 

Y la acción se desarrolla, como corresponde al séptimo arte con una elegancia de diálogos, de encuadres y un espléndido guión. La nieve -a veces clara, otra pura nebulosa- quizás es metáfora de las crisis familiares y su dinámica, por su grandeza y por su vulnerabilidad. Muy particularmente esta metáfora puede aplicarse al alud inicial El espectador se hace cómplice a veces de Tomas, a veces de Ebba; es lo que ocurre también en la complejidad de las relaciones humanas. Son deliciosas escenas de las actuaciones domésticas de unos y otros, la recogida de sus trastos... ¡como pasa en cualquier familia! Que reflejan un estilo de vida. Destaca muy particularmente la de los esposos lavándose los dientes ante el gran espejo del baño del hotel: es importante volver a descubrir en el otro, vulnerable, mezquino, al que he amado y amo y que en ese momento lo tengo aquí delante, desprotegido. Importante saber mirarlo y evitar caer en una fácil y equivocada avalancha de reproches.

Östlund ofrece una certera radiografía de los males y desafíos de tantas familias jóvenes en las individualistas sociedades desarrolladas, y nos advierte que nada está del todo hecho, que la vida es tejer y destejer, acusar y perdonar, disculpar y, en definitiva, saber pasar página para conservar lo importante: el cariño y la unidad familiar. Limar aristas una y otra vez ante malentendidos, antes las crisis de distinta gradualidad en su importancia, ante situaciones -pequeñas o grandes- que acontecen por una Fuerza mayor, por una terquedad, por una reacción inaudita. Conduce a un final acogedor y entrañable, muy normal. A lo largo de la película, y desarrollando su estilo nórdico, ofrece otras escenas de gran contenido, unas tragicómicas -como la del amigo barbudo y su pareja-, y otras dramáticas en las que la nieve, como protagonista, cada día de esa semana, inunda la pantalla y ofrece atmosferas variables y muy bellas, tanto serenas como inquietantes, que llevan a la  reflexión. Es lógico que fruto de su trabajo en Fuerza mayor el director haya ganado el Premio del Jurado en la sección Una cierta mirada de Cannes y el Giraldillo de Oro en Sevilla, y que representó a Suecia en los últimos Oscar. Östlund pertenece a la corriente cinematográfica conocida como la Escuela de Gothenburg, creada en 1999. Lo interesante acerca de esta escuela es que tiene un punto de vista sobre el cine nada convencional, y se acepta cómo las películas pueden cambiar y crear comportamientos. Nos hemos detenido particularmente en las consecuencias familiares del primer alud, pero  la película desarrolla dos nuevas e inesperadas situaciones -una de ellas la niebla en media de la pista, la otra un transporte temerario en autobús- que son redentoras, ya que facilitan oportunidades para que, ante la dificultad objetivamente dramática, la familia remonte y, unidos, sigan  de nuevo adelante, caminando. En mi opinión, el mensaje principal de director en Fuerza mayor es aceptar siempre y con naturalidad, también en los momentos más dramáticos, como en sus consecuencias lo que exige y lo mucho que oferta la unidad familiar y que, a veces, simplemente se manifiesta en la suerte de fumarse un cigarrillo juntos.


TEMAS PARA EL DEBATE:

  • LAS RELACIONES FAMILIARES
  • LA VULNERABILIDAD
  • LA ACTITUD ANTE LO INESPERADO
  • EL ARTE

 

 



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